MORIA: "NO CARETEO LAS EMOCIONES"

Una charla imperdible entre la gran vedette argentina y Teté Coustarot para el semanario "Democracia". La familia, su filosofía de vida, su éxito laboral y sus planes para el futuro. "Los periodistas me han servido de analistas. Así me fui descubriendo", afirmó la jurado de "Bailando 2014".


Los pasillos de Ideas del Sur, una hora antes de que empiece un programa en vivo del “Bailando” conducido por Marcelo Tinelli, son lo más parecido que hay a la Ciudad de Buenos Aires en hora pico.
Minutos antes de que comience el reality de baile, los artistas y famosos que compiten por el primer lugar ya se empiezan a alistar para una nueva gala. Los fanáticos y curiosos que se acercan a los estudios de la calle Olleros ya palpitan el programa y entran bien temprano para encontrar un buen lugar desde donde ver este increíble show.
De todas maneras, el “Bailando” no sería lo mismo sin los jueces que noche a noche son los encargados de puntuar la performance de los participantes. Cada uno tiene un rol especial que lo identifica, y eso lo hace más o menos querido por la audiencia que consume este entretenimiento. Una de las más polémicas, filosas y divertidas juezas del programa es la inigualable Moria Casán.
No es necesario que en estas líneas describa quién es Moria. La diva tiene una carrera intachable que se ganó gracias a su talento e inteligencia a la hora de subirse a un escenario o entrar a un canal de televisión; su nombre y apellido lo dicen todo. Cada paso que dio en este medio fue directo a las puertas del éxito, y se ha vuelto una indiscutida del espectáculo argentino.
Desde su camarín ubicado en los pasillos de Ideas del Sur, la jueza del “Bailando 2014” me recibió junto a todo mi equipo de producción de “DEMOCRACIA” y en un imperdible mano a mano habló sobre el éxito rotundo del programa conducido por Tinelli, su vuelta a los escenarios en Villa Carlos Paz con la obra “Priscilla”, su relación con su hija Sofía y sobre qué le depara el futuro y cómo consiguió todo lo que obtuvo a lo largo de su carrera.
–Parece ser que siempre estás en el mejor año de tu vida, siempre estás increíble.
–Tengo esta especie de filosofía de vida en la que trato siempre de empezar de cero.
–Has hecho mucho más que los psicólogos para la gente en Argentina. Sos un modelo muy fuerte que siempre cuenta todo con mucha franqueza.
–Yo nunca hice terapia. Cuando era chica empecé en el medio, entonces me hacían reportajes. A través de ellos fui descubriendo mi interior. Los periodistas del país me han servido de analistas. Me preguntaban, por ejemplo, por qué había entrado al teatro y yo les contaba. Me di cuenta de que esa era mi catarsis, además de mi escenario.
–Por lo general, uno no se encuentra con personas que le preguntan con tanta curiosidad como lo puede hacer un periodista.
–Creo que los sorprendí cuando era una jovencita y salía como una especie de bomba sexual. Estrené mis lolas cuando nadie se las hacía. Había conseguido todo y me las operé para hacer un final, no fue que me las hice para acceder al medio: obtuve todo sin entrar a un quirófano. Eso fue como la frutillita de la torta. Me hacían preguntas y los descolocaba con las respuestas. Me acuerdo que hacía, para La Semana, “Ética y estética de Moria Casán”. Era la tapa de La Semana y diez páginas adentro, como si yo fuera una filósofa. Entonces me parece que tengo eso de renovarme todo el tiempo y empezar de cero, no perder el estímulo de la lucha ni quedarme en lo mismo. Soy muy experimentadora, exploradora de situaciones y de mi interior. Aprendí mucho a construir mi psiquis, en ese proceso hubo mucha soledad, pero buena; me acostumbré a vivir con ella y mis preguntas, mis interrogantes, terminaron muy temprano. Creo que nunca les pregunté por qué esto y lo otro a mis padres, no me acuerdo de preguntar cosas, trataba de decir qué era lo que me hacía mal y me lo sacaba todo sola. Eso me hizo como una pirámide de vaselina o teflón donde no pierdo mi vulnerabilidad exacta, mi corazón exacto, mi hipersensibilidad.

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