Los profesionales de siempre: Programa de TV de un país sin vergüenza ajena

En la Argentina se han perdido muchas cosas. La lista es muy larga y esta se ha acrecentado de manera vertiginosa en los últimos años. Hoy, tomé conciencia que una de las cosas que también se ha perdido es la vergüenza ajena. Con lo comprobé cuando vi por televisión el inicio de Los profesionales de siempre.

POR JORGE HÉCTOR SANTOS | 14/11/2009 | 09:59

Debo confesar que nunca le presté demasiada atención a los programas televisivos que dicen ser de espectáculo porque promueven en un circo mediático que no es de mi gusto. Honestamente así lo reconoce (circo mediático) el presentador del envío que conduce eficazmente Jorge Rial, por América.

También debo confesar que nunca hubiese supuesto que iba a tener que criticar a una profesional del medio como Viviana Canosa a quien recuerdo con afecto, como lo expresé, cuando le di 2 oportunidades de trabajo.

Una cuando comenzó como locutora y, otra cuando yo estando a cargo de la programación de Radio Belgrano la convoqué para trabajar después de haber desaparecido del medio tras su frustrado intento de ser la nueva Susana Giménez, en el Canal 9 de Daniel Hadad.

También debo confesar que este país cada día empobrece más mi ilusión al ver cuánto tiempo se dilapida en palabras huecas frente a las urgencias de tantos argentinos que pasan miles de privaciones y además afrontan con resignación una forma de vida decadente y sin rumbo.

Si a todo esto se le agrega el tema del caos social imperante hace rato y de la inseguridad que estremece no es extraño el mal humor social, la violencia con que se trata la gente en la convivencia cotidiana y ese sentimiento tan perverso que viene agigantándose de sálvese quien pueda.

Debo confesar, también, que hace muchos años vengo batiendo el parche que se han ido perdiendo los valores éticos y morales fundamentales que dan cuerpo orgánico a la formación y mantenimiento de una sociedad organizada.

La argentina de las posibilidades para los que vienen de abajo desapareció. Hoy, los que se esfuerzan, mayoritariamente no tienen premio por falta de oportunidades y muchas veces hasta por la imbécil idea de considerar que los mayores de 30/35 años son viejos.

Viejos son los trapos decía mi abuela. Las personas son útiles o no, más allá de la edad que tengan. Con esta moda se perdió otro valor que es tener respeto a los mayores. Una sociedad que no tiene respeto a quienes hicieron algo para que el país mal o bien llegue hasta aquí, no tiene futuro.

La mayor falta de respeto que se le puede tener a esos mayores es sumergirlos en la pobreza que significa la jubilación en la argentina y, además con sus ahorros financiar el déficit del Estado.

La sociedad argentina está partida en mil pedazos.

Los enfrentamientos están a la orden del día.

Los Kirchner han conspirado en forma abierta o velada para que esto sea así.

Divide y reinarás. Néstor Kirchner no le hace bien al país. Le puso al país los ojos en el pasado porque él es un piloto que no sabe o no quiere avanzar hacia el futuro.

Néstor Kirchner no es el único culpable de los que nos pasa. Hay un andamiaje armado hace muchos años para destruir la educación pública en el país y aniquilar a la clase media.

De esto no debemos culpar al FMI ni creer en ninguna conspiración internacional. Argentina tomó el rumbo equivocado por falta de hombres honestos y capaces que supieran y quisieran construir un sistema republicano que funcione más allá de las limitaciones de sus presidentes.

Uruguay, Chile, Brasil son ejemplos palpables de esto. Nosotros nos equivocamos de camino y en los últimos años profundizamos el error.

Del mundo no podemos estar más alejados. Estamos fuera del mundo, incluso del mundo de los países limítrofes como los señalados.

Las miserias que padece la argentina no las entiende nadie. Salvo que uno comprenda quiénes son los que supuestamente nos gobiernan y quiénes son los que componen la mezquina oposición, donde se matan por ser el futuro presidente mientras millones de argentinos sufren hambre y mueren por eso.

En medio de todo eso y por las ausencias de una dirigencia política honesta que se ponga al hombro la solución de los problemas más acuciantes, como la inseguridad, 3 comunicadores sociales ocuparon el espacio de interpretar las necesidades del pueblo, al cual pertenecen y pidieron que las autoridades hicieran algo para parar el desenfreno.

Como el país camina a paso redoblado hacia una libertad de expresión cercenada los Kirchner reaccionaron cómo reaccionan siempre.

Convirtieron a Mirtha, Susana y Marcelo en enemigos suyos y en blanco de sus más fuertes críticas a través de sus lacayos. En este caso emplearon a D’Elía, Picchetto y borocotizaron a Viviana Canosa (alguien del palo de los enemigos siempre debe haber).

Jamás hubiese supuesto que Canosa iba a ser tan pueril de ir contra la corriente de los 3 más importantes personajes del medio del que vive. Para ponerse en contra de los grandes hay que ser grande como ellos o aún más grande, no es el caso de Kanosa.

Hoy, viernes 12/11, después de haber visto cómo en Los profesionales de siempre se trató el tema de las palabras de Mirtha, Marcelo y D’Elía, arribo a la conclusión que otro de los valores que se han perdido en este país es el de tener vergüenza ajena.

Ya no me detengo en la borocotización de la conductora del programa del 9, hoy, me alarmó a qué juego perverso se prestan por los motivos que fueren o por abundancia de materia gris rocosa los integrantes del programa.

Llegar a decir uno de ellos que respeta de igual forma por su trayectoria a Luis D’Elía que a Mirtha o Marcelo da vergüenza ajena. Pero, los integrantes de ese programa no saben ni de qué se trata la vergüenza ajena.

La lista de cosas como la señala es cuantiosa y no vale la pena dedicarle más tiempo y palabras a algo sin valor pero quepueden producir un daño en los televidentes de ese programa que carezcan del poder de discriminar por ausencia de educación (tan corriente en el país).

Lamento mucho lo que nos ocurre…sé que otra argentina es posible pero estamos demasiado lejos de poder conseguirla.