Panelistas: la profesión que genera amores, odios, envidias y rating

No vamos a hablar de ninguno en especial, porque nosotros formamos parte de este grupo el cual esta permanentemente en el ojo de la tormenta: los panelistas.


Cada diez días sale un informe en los diarios, en la televisión, en alguna revista de actualidad analizando "el nuevo oficio" como si fuéramos bichos raros y dignos de ser "explicados".

Señores acá estamos!!!, llegamos hace 10 años a una televisión barata y en la cual los conductores, durante mucho tiempo únicas estrellas del medio, pero que en un momento algunos, no pudieron seguir sosteniendo los programas con sus caras simpáticas y sus discursos tibios y lavados. Entonces entramos en escena, para hacer de malos, de graciosos, de justos, de sabios, de preguntones, de ácidos o lo que el programa necesite.
En el último número de la revista "Noticias" hay un informe sobre los panelistas con el "ingenioso título" de: "Panelistas hasta en la sopa". En la nota se hace un repaso liviano sobre esta función periodística subestimándola y con un tono condescendiente que irrita a cualquiera. Es más, el remate de la misma dice "por eso le dan el Martín Fierro, para que por un rato no se distraigan y eviten contar las miserias que ven", escribe Omar Bello el autor de la nota,  y profundo conocedor de los paneles.

El punto importante que queremos aclarar, es que muchos de los que formamos un equipo de trabajo en un programa somos periodistas, con estudio, con oficio, con años en el medio y no meros elementos decorativos como dice la nota. Obviamente que hay gente sentada en la televisión que opina de todo sin saber de nada, pero no es el caso de los periodistas a los cuales representamos los directores de este portal.

Todos se quejan de nosotros pero hacen informes, escriben notas y llenan páginas de revistas y diarios y horas de televisión sobre el tema. Seguro que puede ser un fenómeno para analizar, pero no menosprecien un trabajo que se puede hacer como todos, con dignidad y con respeto por el público, tratando de entretener,  uno de los objetivos de la televisión, sin pretensiones sociológicas ni gestos grandilocuentes, algo que muchos que escriben y hablan de nosotros deberían aprender. 

Rodrigo Lussich y Adrián Pallares

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