Entrevista a Lalo Mir: “Estoy más sensible”

A los 63 años, el conductor de “Lalo por hecho” en La 100) dice que ya no es el mismo que hace 30 años y que anda “más nostálgico”. Su vida hoy y su faceta de artista plástico.


por Marina Zucchi

En lalolandia hay 7.000 cds, 1.500 vinilos, 2.000 casetes. Una casa que es un museo de ruidos que fue recolectando de viajes y mundos. Pero el sonido más estremecedor no es el que guarda en estantes, sino en la cajita que es su tráquea. “Yo odiaba mi voz”, lanza Lalo Mir, a 45 años de su ingreso como estudiante del ISER.
¿La odiabas? ¿Y hoy? 
Me acostumbré. No sé. No me gusta escucharme o verme mucho cuando hago algo en televisión. No lo puse en materia de análisis.
¿Qué tipo de voz pensás que tenés?
Molesta.
¿Y creés que tu oyente piensa eso?
No, porque tiene una familiaridad. Yo llego a un lugar, subo al primer piso, y cuando llego me dicen “Ya sé que llegaste, te escuché desde la entrada”. Hablo fuerte. O porque soy medio sordo o porque estoy loco. Y si me excito hablo más fuerte. Es molesto para los demás tener que escucharme.
¿Nunca fue un arma de seducción tu voz?
No. Tal vez lo haya sido pero no fue conscientemente. Sí dar lata, versear, guitarrear. Pero no me importa la voz, el timbre, sino las palabras. No es la voz. Para algunos hasta puede significar un fetiche. Pero para mí es lo que la voz dice, sus ideas, sus palabras, sus pensamientos. Una voz que no tiene nada que decir es sólo eso.
Hay una frase popular tuya: “Dame un micrófono de 20 pesos y un equipo de transmisión y te mantengo despierta una ciudad”. ¿Qué se siente a los 63 años despertar o mantener despierta a más que una ciudad? (“Lalo por hecho”, La 100). 
No voy por ahí. Pienso en el ejemplo de cómo funciona la radio, pero no es tampoco mi tema. No es mi objetivo que me escuchen dos mil millones de personas. Sucede. Ni es mi objetivo mantener despierta una ciudad. Yo quiero decir lo que siento. Siempre me interesó agregar valor. Ese famoso hipertexto que no sabía que yo hacía y después me lo advirtieron.
¿Escuchás mucha radio?
Cada vez menos. En el auto. Escucho música que no conozco. Ahora estoy con los Spotify de China, Turquía, Rumania. La mala noticia es que la globalización es más profunda de lo que pensábamos. Antes era más divertido: ibas a un país y al prender la radio te encontrabas con otro mundo. Ahora está Enrique Iglesias cantando con Daddy Yankee en cualquier parte. A mí me gustaba más lo otro, pero yo soy, si se quiere, viejo. Pasé una edad, los 60. Entonces estoy un poco arraigado a mi vida anterior, como el tanguero. A la cosa más análoga. No tan frenético. Aunque fui un gran fomentador del frenesí en la radio.
¿Estás más nostálgico?
Sí. Por ejemplo, fui al cumpleaños 85 de mi prima Pina, en Arrecifes, y me encontré con familia. Mi madre falleció, mi hermano falleció, mi padre falleció. Soy huérfano ahora. Antes no le daba mucho bola a esas reuniones y ahora las gestiono. Soy más emocional. Soy más sensible que hace 30 años, que estaba anestesiado. Anestesiado en términos de que me las creía todas, me salían todas bien.
¿Escuchás a Beto Casella, tu competidor, que en el rating está primero?
Está bien, llamale competición. Pero no estamos enfrentados, nada que ver. Estamos en el mismo horario, así que lo escuchaba en Radio 10. Yo siempre digo que la competencia verdadera es donde uno llega primero y te bajan la bandera. Fórmula uno. O fútbol: 2 a 0 y gané. Acá qué sé yo: un punto más o no, a él lo escucha el que lo escucha a él. A mí quien me sigue siempre. Obviamente el marketing lo convierte en competencia, como quien vendió millones de discos. Pero nada está escrito. Formo parte de un negocio. No me atosigan desde la radio con el rating.
¿Sos un tipo difícil, complejo?
No mucho. No me lo refieren. Yo me veo a través de los demás. Tengo mis momentos, pero en general no soy mal llevado.
¿Pero frente al micrófono te sentís igual? ¿El enamoramiento es el mismo o el tiempo va destruyendo la vocación?
Hoy me canso más rápido. Tengo más días complicados. La radio siempre ha sido algo muy lúdico para mí, pero ahora desde lo físico es distinto. Antes yo era más espasmódico. ¡Cuando éramos jóvenes con “La Negra” (Vernaci), por ejemplo! En 9P.M, teníamos zonas de éxtasis, de adrenalina y otras de la interrogación más profunda, como depresivos. Hoy en día para mí todo es más calmo. Los picos de éxtasis no son tan altos, tampoco se repiten tan seguido, pero es mucho más agradable, hay menos angustia. ¡Con La Negra hacíamos cosas que terminábamos con lágrimas en los ojos! O nos poníamos a bailar. Nos pasaba como a actores o como a músicos. O con Radio Bangkok lo mismo: locura. Salía a la calle y quería matar a alguien. Era todo alta pasión. Hoy ya no soy ese, ese tenía treinta y pico. La locura continúa, pero el físico no da. Entonces la emocionalidad se ajusta. O se te desparrama por los nervios.
La radiofonía argentina cumplió 95 años el mes pasado. ¿La radio hoy suena a vieja? ¿O la AM suena vieja? ¿Sobrevive como puede? 
Al que dice que la radio es vieja, viejos son los trapos. Al que dice que la radio sobrevive, él sobrevive. Yo también. Todos somos sobrevivientes. Si FM o AM es anecdótico. ¿Cómo podemos hablar de AM si todas las personas que escuchan radio en AM en el interior lo hacen por FM? Además, ¿qué diferencia hay entre una AM más moderna y una FM como Metro que es toda hablada? ¿Qué podemos decir de FM? Si la gente la escucha hoy por la web y entonces no la está escuchando en FM...
La radio con imagen, con transmsión en HD, ¿te enoja, como a Larrea y a Bravo?
Yo no me enojo. Todo cambió. Sino, los autos tendrían que ser como el Ford T todavía. Mario (Pergolini), por ejemplo. Tiene un proyecto que es una multimedia, no es una radio. Y lo que se viene es la radio digital, que aquí todavía no funciona y sí en los Estados Unidos. Al ser un canal digital, lo puedo dividir y puedo pasarte fotos, imagen y me vuelvo multimedia. Un cambio tecnológico que hace desaparecer todo este sistema.
¿Y eso es un triunfo para la radio?
Es evolución. No hay juicio posible. Si te digo que se murieron todos por evolución, no es bueno ni malo, forma parte de un proceso. De Darwin o de Dios, que es su contra.
¿Y vos estás más cerca de Darwin o de Dios?
De Darwin. Lo de Dios es una cuestión de fe. Yo soy bastante escéptico. Tiendo a creerle más a Darwin. Pero hoy. Ojo. Mañana no sabés. Mañana estás preso con los barrotes o no sé qué y tu cabeza va por otro lado. No sé en qué voy a creer mañana.

RECUADROS
Faceta desconocida: Eduardo Mir, el artista plásticoLejos del arte de la radio, hay otro Lalo que aún no se anima a una exposición, pero que juega con las artes plásticas. “Pinto mucho. Tengo un taller de artes visuales. Armo instalaciones planas que van en la pared, como un cuadro. Uso elementos que tienen que ver con el reciclaje. Electrónica, acrílico, basura, alambres oxidados, la resaca del mar, cables de colores. Nunca mostré las obras”, confiesa. Entre ellas figura “un homenaje a la cabeza de Geniol, “llena de tornillos y alambres”. O la obra “El hornero satelital, una casa de hornero real, con un deck, reposera y una antena satelital”, detalla. “Algunos amigos dicen ‘tenés que exponer’. Todavía no es el momento. También tengo pinturas de culos argentinos. Pero no en el sentido pornográfico”.
Un verdadero animal de radio
Matrícula de locutor 2.150, Lalo cumplió 42 años desde su mudanza definitiva a Buenos Aires, para continuar la carrera de locutor. “El primer año viajaba desde San Pedro y volvía todos los días”, se emociona. “Todavía recuerdo la pensión de Callao 355, en la que vivía con mi primo. Yo pensaba en aquel momento: Fernando Bravo trabajaba en la radio de San Pedro, vino a Buenos Aires y volvió con un Peugeot O KM color zanahoria. Era posible”.
Padre de tres mujeres, hoy junto a Maju Lozano conduce Lalo por hecho (La 100) y aclara: “No soy periodista. No soy fuente creíble desde la investigación y el chequeo. Sépanlo”.

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